jueves, 9 de febrero de 2012

Porque yo sé que me extrañan


Les cuento que ya no puedo más. Llevo 2 semanas trabajando y qué cansado es volver a pertenecer al vulgo, a la banda, a la raza, al prole, pues volver a ser de la clase trabajadora. Para empezar me toca tomar los metros más atascados por las minorías new yorquinas a las 8 am. Nunca había visto tal ejército de gentes, es impresionante. Ya sé qué me van a decir, que no mame, y el DF ¿qué? sí, el Periférico se la mamaba la neta. Si toda la gente se hubiera bajado de sus coches sería lo mismo. Pero a diferencia de eso, yo en ningún momento perdía mi glamour en el coche, con excepción de cuando me tiraba el yogurt encima, o me picaba con la pinza sacacejabigote y bueno, fatal, sí en effe. Pero entonces una hora de viaje en el metro, con toda la banda empujandote, llegas sudado de caminar en el frío y luego hace una calor de no chingues... Seguido de ir prácticamente corriendo hasta la oficina. Para eso ya son las 9 am y en mi caso, ya tengo casi 3 horas despierta, créanme, es mucho.
Termino las labores a las 6pm y la verdad el día se pasa rápido. Pero a las 11am ya tengo hambre y entonces saco mi manzana y a las 4pm ya tengo hambre otra vez, y saco mi perita. Y a las 6 o algo así me voy, y vuelvo a Bedstuy. Llevo dos semanas y sólo me he quedado por la ciudad unas cuatro veces después de trabajar, porque generalmente estoy muerta.
Así cómo lo leen, mi vida es esa... muy apasionante? Jajaja, me gusta cómo me quejo de todo, en fin, a la vida y a esta edad sobre todo, hay que darle un tiempo de adaptación.
Mi etapa favorita.