domingo, 6 de febrero de 2011

blue valentine


Pero por supuesto que esta peliculita me tenía que traer rollos discusiones observaciones bizantinas a la mente. Creo que la tormenta terminaba en el continente europeo con las pelis francesas con historias sencillas y personajes complicados al estilo Chabrol. Nada, esa de bajo presupuesto me dejó más desahuciada que muchas otras.
Es decir, he aquí mi nueva teoría basada en el Pesimismo.
Si algo aprendí en estos años es a perderle la fé a las relaciones sentimentales a los veinte. Para mi, durante los veinte se es mega pendejo. Perdón qué pena, pero uno no debe creerse mucho a los veintes. Quizás tampoco a los treinta, pero cuantimenos a los tiernos veinte. Me da pena decir eso pero no se casen a los veinte, no va a funcionar, eventualmente terminarán. Y a los treinta? A los treinta da flojera y punto. Da flojera dejarse conocer. Es demasiada inversión, tiempo, y no hay garantía.
Osea, el Estado no sólo debería proveer de terapia para todos, pero debería prohibir los matrimonios a los veinte. Que vivan juntos, que se deschonguen, que entiendan lo qué es romperse el hocico de dos, ach pero no se casen tengan creaturas y luego ahí sí se arruinan la vida. Arruinarse la vida es no poder sacar sus frustraciones del cuerpo y mente. A los veinte? qué desperdicio.
--------------------------------------------------------------------------reloj no marques las horas------
Este frenesí de depresión tropical en un día con temperatura de 3 grados en promedio es como darle una patada a la pequeña plantita que crece en mi ventana de mi casita en mi ejido emocional que está empezando a ponerse muy verde y bonita y todo ese lado chulo de haber dado con un milagro. Pero es que que que... no sé.
Bueno, ahora que razono, y que me acuerdo de mi futuro esposo (jajaja qué tal) me largo con una sonrisota a mi cama porque no dormí anoche.
Pinche Blue Valentine la mierda. Sí me gustó la verdad pero genera madness, vaya ya era hora que volviera.

1 comentario:

Atzimba dijo...

Nena:

Tienes la boca entera de razón: a los veintes somos retependejos y a los treinta ¡qué hueva!

Te quiero,

Atzimba