En Colombia, mi 2do hogar por si aún no les queda claro, tienen la palabra “tusa” para definir la depresión post cortón. Gran palabra, gran concepto que me parece que es inexistente en el leitmotiv del mal de amores mexicano. No veo qué concepto usar, ando tristeando decimos en el Distrito Federal. Pues me dio un poco la tusa, sobre todo cuando el susodicho pasó su mano por mi cara cuando me despedía de él. Tan segurota yo de mis palabras en inglés, sonar convincente pero sin ser una maldita, y él joven y con sentido común sólo hizo lo que le dictaron sus instintos, tocar mi cara y claro, obvio, se cayó mi teatrito. Pero me fui porque así tenía que ser.
Qué distinta es esta tusa de la anteriores. Obvio, nada es comparable, y sin embargo, este hombrecito es tan tierno como increíblemente hermoso física y mentalmente y decirle a un ser así que no estás enamorada de él, pues se volvió tormentoso. ¿Estaré pendeja? Pues no, porque ahora sé qué demonios quiero, qué no es eso lo que tenemos a nuestro favor? damas emancipadas?
Los treintañeros como mis amigos y yo, e incluyo a los dos hombres con quienes me la vivo hablando de estos temas, sólo tenemos temas estúpidos con que perder el tiempo (no le digan a fiderh o conacyt). Sin embargo, y esta es la gran paradoja del intelectual alternativo que pretende saber quién es y educarse en una escuela carísima, podemos leer a Amartya Sen, recitar el Pathologies of Power, tener profesores de Princeton y conocer a nuevos politólogos de MIT que serán tus futuros profesores que eventualmente salvarán al mundo, o volvernos expertos en temas migratorios de la mano de los mejores maestros de Wagner y SIPA (mi 2da escuela en NY –ánimas), felicitados expresamente por cónsules; pero seguiremos enfrascándonos en discusiones patéticas sobre las relaciones humanas y sus accesorios, sus fases y toda la charade.
Las relaciones se vuelven temas más polémicos, más bizantinos, más pasionales y más inexplicables que las fórmulas del desarrollo que ocurrió en Europa y que nunca llegará a África, ¿cómo explicar la pérdida del temple de un ser racional ante la llamada que no llega? ¿dónde quedó el discurso del individualismo, de lo lejos que he llegado, y demás bullshit cuando uno no entiende cómo proceder ante un tipito o tipita? Y si tomamos en cuenta que somos treintañeros latinoamericanos perdidos en la inmensidad de la cultura americanizada en una de las ciudades más modernas y complejas en cuanto al tipo de comportamientos y comunicación entre seres humanos, esto es peor que proponer políticas públicas cuyas ejecuciones sean exitosas. Es más fácil despepitar sobre los eventos político-públicos que entender, entender, simplemente entender!
Uno está esperando vivir la siguiente relación de forma ligera, tranquila, fácil y segura. Y con que me encuentro? Con que a diferencia de los inicios de los 20, a esta edad uno tiene limitantes mucho más claras, como estándares y prejuicios ya institucionalizados, con necedades que nuestros cerebros ya legitimaron, por rollos mucho más divertidos por la única razón que podemos también vernos con ojos más críticos.
Y se alinearon bien los astros, o Eleazar para variar tenía razón. Dejé de mandar mensajes equivocados.
Qué patético entonces que tras el correo que esperaba obtener después de muchos días, esté en el idiota impasse de no poder formular una respuesta coqueta, natural, linda y convincente. Cada una de las palabras cuesta un mundo. Cada tono empleado tendrá una tipo de efecto distinto. Ay, la madness. Y mientras, me tardo menos redactando mi plan de trabajo para mi proyecto final. Y la tusa? Pues no sé si se fue o es New York.
Es interesante desde un punto de vista antropológico de 3era observarnos, y éso que nos estamos educando en el primer mundo. Interesante.
1 comentario:
http://www.youtube.com/watch?v=tjQSQahzZeA
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