Ay soledad, siempre he pertenecido a ti. Estoy en el rincón, no de una cantina, pero del baño más elegante de mi vida. En el loft que nos prestó la hija de los patrones de la mamá de Gil, aja, y entonces estamos de arrimados. No, estamos de patrones porque la hija de los multimencionados está de viaje. Ya llevamos viajando todos esos días y aunque mi vuelo estaba planeado para el domingo pagué una cantidad para volar mañana en la noche. Y no tengo sueño por lo que escucho a Café Tacuba, porque quizás no he pertenecido siempre a la soledad, sí a lo mexicano, lo caliente, lo complicado, y el calor. Ay sí, puto frío de la mega chingada de estos estados Minnesota, Wisconsin, e Illinois. Y nunca había estado en un menos 19 como hace unas horas aquí por Chicago.
El viaje, todo bien, los resultados, excelentes. Sólo que... Simplemente ya no estoy para estas cosas, tantos días lejos de casa con gente muy joven para mi, llena de energía, largas anécdotas de la prepa, y muy americana, muy gringa. Muy gringa. MUY GRINGA.
Chicago es como un México, pero uno de esos Méxicos que ves más hacia la frontera, donde las culturas están entre mezcladas. New York no se siente igual con todo y que esa ciudad está hecha de mezclas. Totalmente distintos son los lugares anteriores del Midwest donde estuve la semana pasada, ahí el fenómeno de la migración se siente muy nuevo, aún sin estar enraizado. Se siente la novedad y el desconocimiento con todo lo que ésto implica para los pobres paisas, como dicen en las oficinas de los Consulados (saludos, Camis). Muy lejos de lo que se ve, siente, come, y respira en un Chicago mexicano legal y totalmente americanizado. Y tan orgulloso. Seguro no digo nada nuevo y soy de hueva, pero ha sido una gran experiencia, al menos para mi que me gusta todo ésto, y para cualquier mente metiche/curiosa. No puedo negarlo, Chicago me encantó; incluido su estúpido y poco sensual frío.
Pero ya basta, 12 días de vivir con gente a esta edad, gente con la cual en serio tienes que hacer todo (hemos trabajado muchísimo), es demasiado. No sé cómo describir mi sensación de cansancio. Los adoro, son grandes amigos, o colegas. Bueno Lucía es especial, ella sí es mi amiga y trabajo sensacionalmente bien con ella, y está en constante aprendizaje de mis vulgaridades en español, y cómo no, si la chingada es la única forma de describir los imbéciles menos 20 grados que estaban destrozando nuestras caritas mientras caminábamos 4 metros.
A ella sí la quiero mucho. Al otro pues lo aprecio y mucho, le tengo respeto, cariño y agradecimiento. Pero muchachos, aunque se los he tratado de explicar, a los 31 años uno ya es bastante mamón, cero tolerante y demasiado bruja. Las cosas que no soporto de mis coleguitas de 25 años, tampoco lo voy a querer escuchar en todo un viaje, para eso mejor me pongo a escuchar mi ipod. Tampoco me gusta que me estén mirando pues sé perfectamente lo que está pasando por su cabeza, y si bien no estaba pensando en ningún momento ceder con el segundo individuo en cuestión como en algún momento me lo ofreció, ser una perra malhumorada era la mejor estrategia para que se me dejase en paz. Beber y hacer la fiesta me dan pereza cuando sólo hay bebidas azules.
Llámenme amargada, ni madres, soy una mujer de muy limitados estándares, claro, pero al menos defiendo bien mi poca virginidad cuando estoy segura de hacerlo, y lo mejor de mi es saber qué no quiero. Y sí, síiiiii me gusta un gringo, me encanta el gringo de los posts anteriores pero es un gringo con sabor distinto, con algo diferente al gringo promedio (al menos eso me tiene cegada), pero nooo, no quiero un gringo que tenga esas cosas de los gringos que me chocan. Osea ser tan GRINGO.
Lo que quiero es subirle a Leonard Cohen, regresar a NY, y llenarme de calor de mis viejas costumbres neoyurkinas que tanta falta me hacen. Pero lo más me hará falta siempre será el calor de lo mexicano. Me encantan mis paisas, pero aprovecharé que soy una nena privilegiada y en cuanto se pueda tomaré el primer avión y volaré a tierra mexicana, y besaré la primera playa que toque mis pequeños pero friolentos piecitos.