para un amor que acabó hace tiempo
Qué rico es disfrutar la vida. Me acabó de comer un mini chocolate negro relleno de algo de frambuesa y cerré los ojos al final. Es bueno para la salud ser feliz, me doy cuenta. Es bueno estar de buenas a pesar de tener exámenes, tener frío en una sala de estudio y es bueno para la mente perder el tiempo con amigos: ser feliz genera una energía particular, y lecturas no escolares, fantasías sexuales en la mente, mails largos para mis favoritas, todo eso me da bienestar. Me gusta estar escuchando música mientras pretendo estudiar. Acabó de escuchar una de los hermosos King of Convenience: The girl from back then. Me encanta su título, dice mucho.
Las despedidas pueden llegar a ser verdaderamente felices.
Anoche hablé con mi ex pareja después de muchos meses, claro por un medio electrónico. No importó porque el punto fue que hablamos y yo me sentí mi misma, la persona que soy ahora con total seguridad y franqueza. Y lo sentí siendo él. No éramos las personas que mutuamente somos descritas por otras personas cuando escuchamos de nosotros por otros. Éramos las esencias de nosotros mismos platicando. No sé si explico bien. Todo salió bien para mi.
Qué chistoso es hablar con alguien que a pesar de me conoce mejor que la mayoría de la gente, ya no tengo cerca. Es cierto que he evolucionado en estos meses que no hemos tenido contacto, pero no importa, estoy segura que él sabría captarme de inmediato. Hace varias semanas, reconozco, pensé que podía ser triste ya no tener a una persona así en quién finalmente confiaste todo, por quien sentiste el amor más grande, el objeto de tu deseo, de tu ternura, de tu todo. Alguien que a su vez te dio mucho, te amó tanto, te brindó paciencia, felicidad, seguridad, cariño, muchísimas palabras de apoyo, de cuestionamiento y que juntos tuvieron aventuras para reir, compartieron un mundo que ahora recuerdo con una casta sonrisa.
Y sin embargo me gusta que cada quien haya tomado su vida y que no estemos cerca. Es la realidad de las parejas, eventualmente estaremos cerca pero esta nueva aventura implica ventanas de oportunidad mucho más grandes que la nostalgia. La nostalgia no tiene espacio ahora, así como gracias a mi, no hay tampoco rencor ni dolor. Y es increíble cómo de verdad el tiempo cura todo. Pero no sólo es el tiempo, creo que uno debe tener también la voluntad, objetividad y grandeza de querer recordar sólo los buenos recuerdos y ser justo con la otra persona. Es lo que yo creo haber hecho y que me hace feliz.
Anoche mencionó que extrañaba mi buen humor, claro, después de reirnos por unas pendejadas. Y me detuve por unos segundos. No, yo no extraño nada, pensé, pero eso tampoco me angustia. Eso no quita que cuando me acuerdo, lo hago con cariño. Y coincidí nuevamente con una amiga, le pasó lo mismo este fin de semana. Y la mejor sensación es la que sentimos nosotras, estamos satisfechas de haberlo logrado, sin sentideces, reitero, y contentas con nosotras mismas. Una travesía terminada. A veces fue difícil y hubieron adjetivos calificativos no tan agradables, y otras fue más sencillo.
Un día leí un post de Alejandro sobre las despedidas. Decía que podían ser muy tristes pero que así tenían que ser. No lo creo. Debemos entender que las despedidas son también el inicio de otras cosas. Y son el redescubrimiento de quién es uno mismo.
Y me voy cantando “oh ohh what is there to know? all this is what it is, you and me alone, sheer simplicity”.