Bueno recordando sus palabras, hoy que me subí al metrobús pa ir a mi clase de zumba, hice lo que acostumbro hacer en todo lugar público y privado: escucho las pláticas ajenas. Suena incorrecto políticamente, pero así siempre he sido. Igual hago en el metro, o en la fila de las tortillas o en las colas más largas del SAT, y también cuando voy caminando la noche o en coche, miro a través de los hogares ajenos. Pues porque me gusta mirar y escuchar, y hacerme de una gran sabiduría a simple vista. Es como cuando leo los comentarios que deja la gente en Reforma, en blogs, en todos lados, en las puertas de los baños públicos, los leo y aprendo de los individuos, pero hay que ser tolerantes pa eso.
Hoy escuché por ejemplo que las mujeres que acaban de parir, o de aliviarse, decían las chicas, no deben por nada en el mundo dejarse tomar fotos! Le decía una a la otra que que a su corta edad ya estaba conciente que después de parir uno no está para mostrar el resultado de 17 kgs extras. Yo me decía sí claro tiene un punto, pero siguió con su ejemplo, más rápido que mi mente metiche, “sí amiga, vieras a mi cuñada! 4 panzassssss en una!".
Pues, es que uno rehace el mundo a cada viaje en transporte público, pensé.
Bueno, mal ejemplo, pero volviendo a Boris Vian, él rehizo su mundo en cada novela, y por ello, dedico mis últimos días de absoluto ocio a ver y leer aquéllos que recuerdo como los que han cambiado todos mis mundos a lo largo de estos casi 30 años.
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